sábado, 11 de junio de 2011

La maldición del circo.

Quería escribir un cuento que nunca hubiera escrito... y aunque me dio mucho tedio por fin lo terminé.


La maldición del circo.


Todo empezó la mañana en la que el circo llegó al pueblo, era el domingo del Corpus Christi y el padre Ramón se había levantado muy temprano; las hortensias para adornar los cuatro altares de la plaza principal no habían llegado la noche anterior y tenía que encontrar una solución rápida antes de que al párroco le diera por revisar.

Salió con prisa y saludó a los fieles que madrugaban  a misa de 5. Había decidido pedirle a doña Erminia, la que vendía flores en el parque, en nombre de nuestro señor, que donara todas las hortensias y una que otra rosa blanca para poder celebrar con pomposidad tan magno evento.

Le iba a decir que seguramente la santísima vírgen había hecho perder a los mensajeros de la ciudad que traían las hortencias para que ella pudiera alegrar al señor con su desinteresada donación, que Dios sabe como hace sus cosas y que seguramente después del cielo le devolverían el favor. Caminó apresurado por las calles adoquinadas, alzándose la sotana de vez en cuando para no ensuciarla en los charcos.

Buenos días hijo soy el padre Ramón, ¿tu mamá se encuentra?. No padre se fue para el circo a llevar unas hortencias. ¡Madre del cielo!

¿Para qué necesita un circo hortencias? Todo esto parece obra del demonio, claro, como siempre entrometiendose en los asuntos santos.

Ramón no supo qué hacer. Se devolvió cabizbajo y ni saludó a los trabajadores que madrugaban a alimentar sus mulas. Sin darse cuenta en vez de caminar hacia la parroquia terminó al frente del circo.
Pero qué estoy haciendo acá! definitivamente esto es obra del demonio. Quién sabe que abominables artes negras me habrán puesto en este camino. Ya puesto en estas más me vale averiguar que hacen con las hortencias.
El circo estaba estrenando carpa y los vagones del tren estaban recién pintados. No parecía un circo pobre. Los camerinos de los gitanos se veían cómodos.
Buenas. Saludos. Dijo Ramón aproximándose a la entrada de la carpa. Todo olía a nuevo, todo se veía limpio, las rayas azules y rojas de la carpa invitaban a entrar, y el interior dispuesto con al menos 400 sillas sin estrenar atraía a ver el espectáculo sin importar lo aburrido que fuera. Aunque según los carteles el aburrimiento no estaba en el menú.
¡Conozca a la mujer que por una maldición de su madre se convirtió en Araña! decía uno. ¡Pregúntele al mago  que todo lo sabe por la fuente de la juventud! rezaba otro. ¡Conozca a los osos rusos del polo norte!

Hola Ramón. Hacía tiempo nadie lo llamaba por su nombre sin antes anteponer el "padre". Le pareció una falta de respeto pero la voz que estaba a su espalda le causó curiosidad.
Saludos Hija, ¿cómo sabes mi nombre?
Lo se todo sobre ti, conozco tu pasado, tu presente y tu futuro. Se que buscas las hortensias con las que adorno a mis santos.
Ramón, desconcertado, no atinó a decir palabra.
Tómate esta agua de manzanilla, te va a ayudar a dar del cuerpo sin dolor.
Ramón se sonrojó. ¡Pero cómo se atreve!. Mi cuerpo está consagrado al espíritu Santo. ¿Quién es usted mujer impúdica y por qué sabe tanto de mi?
Soy Mayra, la gitana del circo.
¡Bruja!
Ramón salió corriendo de allí, le había molestado en sobremanera escuchar a Mayra.
¡Espera! hagamos una apuesta y si te gano te llevas las flores para que el párroco no te regañe.
Tuvo que frenar y tragarse la rabia un momento, al final era la única salida que tenía para cumplir con la orden de su superior.
¿Qué apuesta mujer del demonio?
Si logras que vaya más gente hoy a misa de 8 que a mi circo te doy las hortensias.

La apuesta estaba sellada. Ramón salió apresurado de la manga donde estaba el circo y avanzó hacia la casa cural. Su plan era avisar por el megáfono que concedería indulgencias plenarias a los que fueran a misa de 8, estaba seguro que todo el pueblo iba a ir. Lo que no se esperaba era que el circo usara también los megáfonos anunciando la aparición de la Anciana Mágica de Oriente que iba a estar curando a todos los que fueran a las 8 al circo gratis.

Pronto las estrechas calles del pueblo se convirtieron en una guerra de sonidos. Por un lado el padre Ramón con sus avemarías y por el otro el circo con su publicidad. Las casas de bareque abrían sus ventanas de par en para para escuchar las noticias y un revoloteo se empezó a armar. Las señoras corrían de casa en casa hablando de la sabia de oriente y de sus superpoderes, decían que a Alicia la hija de Margarita le había curado la tuberculosis con solo mirarla, que eso lo había dicho Don Severo y que a él si había que creerle.

A las 8 am la fila para entrar al circo alcanzaba a darle la vuelta a la manzana. Todo el pueblo estaba ahí.
Mientras tanto el cura párroco le preguntaba a Ramón la razón de la inasistencia de la gente el día sagrado del Corpus Christi.
A Ramón no le quedó más remedio que contarle toda la verdad, sin sospechar siquiera la que se iba a armar.

Mientras todo el pueblo se encontraba embobado mirando hacia el centro de la carpa las proezas de la gitana que hacía caminar a los enfermos, el padre Ramón y el cura párroco se aparecieron con crucifijo en mano, agua bendita y una estola violeta.

¡Va de retro Satán! dijeron los curas amenazantes mientras enarbolaban los crucifijos frente a la gitana.
El pueblo entero se paralizó mientras la gitana muerta de la ira empezaba a escupir blasfemias sobre los dos curas.

La guerra de palabras que nadie entendía duró 15 minutos. Hasta que al final el cura párroco se cansó y en vez de seguir maldiciendo a la gitana, alzó las manos, miró al público y dijo:
Por el poder de la sangre de cristo y la sangre de los dos ladrones, te pido Oh judas arrepentido que maldigas este lugar. Mientras haya carpas de forajidos, y los gitanos anuncien que vendrán, no parará de llover hasta que se puedan marchar. "In nomine patris et fillii et spiritus sancti" pero antes de decir amén, sacó una punta afilada y se cortó la mano haciendo la señal de la cruz en el piso con su sangre. Amén.

De repente se largó un aguacero de padre y señor mío. Los habitantes del pueblo salieron del circo y corrieron a pedir perdón a la iglesia. Mientras la gitana desaparecía en su camerino.

Pasaron dos días y no paraba de llover, el pueblo entero seguía madrugando a misa y prendía cirios pascuales en las casas para que no las quemara un rayo.
 La gitana se armó de cuanta rama conocía y le rezó a todos sus santos, pero no logró contrarrestar la maldición, por lo que al final reconociendo su derrota empacó el circo y se marchó del pueblo.
Desde entonces cada vez que un circo abre sus carpas en el pueblo, nubes cargadas de lluvia se apresuran a cubrir todo el valle.

3 comentarios:

Charles dijo...

que relato tan curioso, la narración en algunos momentos me hizo recordar el estilo de García Márquez...

Anónimo dijo...

una mentira mas de la tradición de la iglesia latina... Cual Judas será el arrepentido ??? se de una en la escritura Biblia única regla de fé que se suicidó por que su amo satanas le había llenado su corazón de avaricia celos y resentimiento y envidia por la perfección de su maestro... que nunca usa a sus siervos para maldecir...

Anónimo dijo...

una mentira mas de la tradición de la iglesia latina... Cual Judas será el arrepentido ??? se de una en la escritura Biblia única regla de fé que se suicidó por que su amo satanas le había llenado su corazón de avaricia celos, resentimiento y envidia por la perfección de su maestro... El Hijo del DIOS viviente nunca usara a sus siervos para maldecir...