sábado, 29 de mayo de 2010

La inviolabilidad del yo frente a la interacción social





Esta reflexión parte de los sucesos recientes que me obligaron a hacer lo que quería. Obviamente reconozco según lo anterior, que antes de esa serie de eventos no desafortunados actuaba en función de los demás unicamente. A modo de excusa(do), que no deja de ser escudo inútil, mi educación occidental basada en la moral cristiana, muy presente en mi familia, introdujo por ósmosis ciertas premisas que mal interpretadas invierten cualquier tipo de beneficio que en un principio pudieran traer.
Poniéndome pués en el banquillo del acusado procedo a ser mi juéz y verdugo.
¿Cuál es tu defensa?
-Amar al prójimo.
¿Amar o apoderarte del prójimo?
- Este juicio no es justo, el veredicto está dado. Vivir por el prójimo como forma de escape a mi realidad tal véz.
¿Por qué escapar de tu realidad?
- Huyéndo del dolor tal véz... es dificil saberlo, siempre he sido demasiado sensible al mundo, muy permeable e influenciable tal véz.
¿Huir del dolor causando dolor?
-Negando mi yo para calmar la sed de algo más.
¿Ese algo más sería el tu?
- Lastimosamente así lo viví... era raro porque sabía que estaba equivocado, pero aún así no pude parar. Era un tren condenado al fracaso.
¿Te engañas a ti mismo?
- Mi corazon dice que no, dice que la verdad es esta, obviamente la verdad no es posible encarcelarla en letras, entonces solo su sombra se ve pintada en este juicio.
¿No es eso una excusa para mentir?
- La única excusa válida para mentir era para mi encajar en los que no encajaban. Ahora la excusa para la mentira es que no hay tal cosa como la mentira en si... solo una parte oscura de la verdad.
¿Pusiste muchas máscaras en tu yo?
- Una sobre otra, por mucho tiempo, el problema es que no duraban mucho, siempre fui rebelde y no me gustó la cárcel, aunque fuera mía. Siempre el irascible yo, el verdadero encontraba la forma de escaparse.
¿Te sientes culpable?
- Me declaro culpable de liberarme... obvio el peso de la culpa es grande, y todavía no he lavado mi sombra.
¿Eres libre?
- No, hay unas máscaras que se amenazan con dolor al pasado. Poco a poco se van rompiendo. Se que todo es una ilusión.
Muchas veces fui otro, otras veces fui ego, ego le ganaba a otro y otro le ganaba a ego... no se quién escribe ahora, tal vez su orgasmo eterno, tal vez la sangre que clama en el piso de alguno.
Es equivocado totalmente preocuparse por el otro, no es humano, es un delito contra DIOS, la vida y la naturaleza.
Recuerdo varias conversaciones en las que ahogaba a ego y coronaba como mi señor al alguno que mi interlocutor deseaba... obviamente esta lucha interna se exteriorizaba en mi ambigüedad. Fueron pocos los que descubrieron que mi intención era agradarles, y con ello siempre estuve en deuda.

¿Es equivovado preocuaprse por el otro?
- En la manera en la que yo lo hacía, el camino se empieza por el principio, no cabe la impaciencia en la búsqueda. Para compartir dos soledades es necesario primero enamorarse de la propia. Excitarse continuamente con su olor.
¿La palabra excitarse no denota un tipo de represión sexual?
. No me gusta Freud, prefiero a Jung... en cuanto al desarrollo de mi Edipo, me considero sano, aunque tengo una duda que sanjar producto de mi moral cristiana... los niños se impresionan facilmente.

Cómo Juez, testigo, acusado y verdugo me declaro libre, y me condeno a la pena capital. Lavaré mi sombra hasta que el yo la opaque al medio día y luego limpia impediré que vuelva al pasado en el atardecer.

lunes, 3 de mayo de 2010

Una historia rara III

Carlo era un vago para el mundo, el caminante sin sombra cuyo fin es el camino, Ángel lo sabía y conocía bien que sus intenciones no eran las que el mundo esperaba.
En el camino al hangar Ángel pensaba y reprochaba para si la actitud irresponsable de Carlo, no podía entender cómo siendo heredero de la lucha, el portaestandarte natural de la resistencia, negara su responsabilidad y se desligara de los asuntos del mundo de una manera tan despreocupada.
Pero si Carlo no quería tomar acción, al menos él si lo haría, era Ángel el que se encargaba de no dejar que la llama se apagara, sus publicaciones aparecía en los diarios de las principales ciudades bajo diferentes seudónimos, era un poeta nato, hundido en el estanque de sus inspiraciones súbitas, sus letras siempre llevaban la intención de despertar, eran mensajes velados para el común de la gente, eran dirigidos especialmente a los que buscaran específicamente orientación e información de la resistencia o a aquellos a los que el azar les revelara algo en su propia búsqueda de la verdad.
Era entonces el oficio de Ángel el de mensajero, más no el de líder.
- ¿Cuándo vas a aceptar tu camino?
- Yo soy mi camino... mira la ciudad, se me antoja quedarme esta noche, hay un conciertazo que no me quiero perder.
- !No jodás¡  no te vas a volar malparido que no quiero que nadie me joda esta semana, tengo mucho que escribir.
- Bah... igual algo lindo debe haber tras las montañas, seguro allá también me divierto... deberías dejar tanta maricada e ir conmigo en vez de ponerte a escribir güebonadas que nadie entiende.
-Ay, mirá, mejor no hablemos de eso... algún día vas a tener que crecer niño güebón.

La caravana en la que iban llegó a su destino, el avión ya estaba listo para partir.
Todos los que viajaban miraban a los recién llegados, a Carlo parecía divertirle la sensación de que todo el mudno estaba esperando que hiciera algo.