lunes, 26 de julio de 2010

Una historia rara IV

El día estaba soleado, desde la ventanilla del avión pequeñas formaciones de nubes manchaban el azul de la tarde y formaban siluetas en los campos y montañas. Carlo miraba alguna película mientras Ángel escribía en la servilleta que le entregaron con el almuerzo (tan malo como el de cualquier avión), parecía una especie de esclavo de las palabras, siempre que venían a él lo obligaban a escribir en donde fuera.  El vuelo duró 8 horas.
Una vez aterrizaron en la base militar tras las montañas, el general Jodor le dio las nuevas instrucciones, los sitios de reunión en caso de alguna emergencia y la señal, que en esta ocasión sería un jugo de naranja, les dieron las llaves de las habitaciones en varios hoteles en la ciudad y las afueras.
- Sobra decirles que solo podemos garantizar su seguridad si siguen las instrucciones y no cometen imprudencias - hizo énfasis en esta palabra y miró de reojo a Carlo. - El martes habrá una reunión de información, parece ser que alguien escapó del bosque petrificado y nos reuniremos con ella acá.

Una explosión de voces y murmullos se oyó, ni Carlo pudo disimular la sorpresa en su rostro. ¿Quién fue? ¿Es seguro que no es agente doble? ¿está bien? ¿No está herida? ¿Quién es? ¿Es de los viejos?
- El martes.

El grupo se disperso en varios vehículos que tenían a su disposición, Carlo y Ángel salieron con rapidez en dos Honda CBX 200 twister.
 El aire nocturno y las luces de la ciudad espantaron el cansancio, el centro estaba plagado de anuncios de neón y varios reflectores que anunciaban fiestas magníficas. La mayoría de los antros parecían ser nuevos, los amplios ventanales y las puertas de vidrio mostraban todo lo que pasaba adentro, luces de varios colores y formas se paseaban por las siluetas de los que disfrutaban la noche. Había un lugar en particular en donde todos bailaban desnudos con los ojos vendados al ritmo de la música que un dj pintado de azul hacía sonar en un escenario donde chorros de agua rojos y azules dibujaban triángulos invertidos que mojaban al público. 
Las dos motos avanzaban lentamente por entre la marea de gente que buscaba diversión, aparcaron en frente de un gran edificio que desentonaba con la arquitectura vecina, sus grandes columnas al estilo románico, una gran ventana circular al estilo gótico en la mitad y unas largas escaleras lo hacían parecer mas una gran iglesia que una discoteca. Estaba adornada con 2 grandes banderas de la organización no gubernamental que servía como fachada a los que militaban en la resistencia. 
Ese día celebraban el día del tiempo que no es, para recordar que estaban atrapados en una sociedad en la que tenían que fingir todo el tiempo no ser. Todos los artistas que habían en el grupo preparaban sus obras durante todo el año para exhibirla aquella noche. Miles de pinturas adornaban varias salas y un gran concierto se desarrollaba en el patio a la luz de una luna llena rojiza. 

1 comentario:

Laura Cristina Navarrete dijo...

Me gusta tu historia, sigue escribiéndola, me interesa saber más sobre ese país del que estas escribiendo, me hace pensar en la vieja Rusia, no sé porqué.