La necesidad acuciante de vaciar sus bolsillos ante la orden
tímida del policía que lo observaba con temor, le hizo caer en cuenta de su
aspecto amenazante.
Aquel que lo interpelaba con ese dejo de
debilidad en la garganta, representaba el límite de la realidad, el agente de
la ley que venía en su rescate a infringir el castigo justo y a tenderle un
salvavidas para regresar del tártaro desbordado a la cotidianidad consensuada.
Hizo un balance rápido en su mente de las
horas anteriores y tranquilizó su consciencia, pues en sus recuerdos no había
rastros de sangre, lágrimas o gritos de otras personas.
- Los papeles por favor - Repitió
¿A qué papeles se refería? ¿Había
descubierto acaso que llevaba una hoja entera de ácidos en la maleta? A punto
de caer en un torbellino de ansiedad provocado por una avalancha de
pensamientos dentados sacó su billetera del bolsillo de atrás del jean ceñido y
entregó su tarjeta de identificación.
- ¿Se encuentra bien?
¿Por qué le preguntaba eso? ¿Se notaba
mucho que estaba luchando por agarrarse a la realidad? ¿O su camisa sucia y sus
manos llenas de tierra eran suficientes para hacerlo sospechoso? ¿Debía decirle
la verdad, que no estaba bien, que no sabía que era estar bien, y que la
dicotomía del bien y el mal era un asunto de vital importancia en esos momentos
como para ir respondiendo así no más? Cómo aclarar que el bien era lo que le
gustaba y el mal lo que no le gustaba, que el bien se sentía rico y el mal
dolía, que todo se reducía a sensaciones y a partir de ahí a un sin número de
abstracciones que tenían siempre su ancla en el cuerpo. Además esas dos
palabras le servían para organizar el mundo, el mal está afuera y el bien adentro,
el bien es caluroso y protector y el mal amenazador y frío. El bien es todo lo
que se pueda asemejar a estar dentro del útero y el mal todo lo que está al
otro lado; luego el mal hace llorar mientras es ajeno y una vez apropiado se
convierte en bien. ¿Cómo le iba a decir que ahora sentía una mezcla de bien y
mal, que sentía culpa de transgredir el mandato de permanecer sobrio pero al
mismo tiempo su alma se regocijaba en el asombro mismo?
- Si.
Quiso articular algo más luego de ese sí,
tranquilizarlo con palabras bonitas, explicarle que sabía que también él estaba
fingiendo, que estaba interpretando un papel y que le quedaba bien el disfraz.
Le quiso hacer un guiño y confesar que la vida es una ficción, un sueño, una
obra de teatro donde todos creen saber cómo vivir, aunque sólo están
improvisando. Tocarle el hombro y abrazarlo, y darle el pésame por todas sus
muertes, entrar en contacto con esa parte de él que está asustada y que sabe
que no sabe nada, con ese niño detrás de todas sus máscaras, con esa alma
detrás del uniforme de policía. Pero solo atinó a sonreír y a desviar la
mirada, pues supuso que toda la verdad desnuda se derramaba por sus ojos.
- ¿De dónde viene?
¿Qué? ¡Pero qué demonios dijo! Pobre
imbécil, qué iba a hacer con esa pregunta tan pesada en una realidad tan débil.
¿De dónde viene?, no sabe, él no vino, él apareció, viene de la nada, es un
chispazo incandescente del azar. Supo de él mismo cuándo estaba a medio camino,
y no pudo desandar el resto para llegar al principio. Intuye que tiene padres,
y que viene de algo superior que ahora está tan lejos que es un otro
inalcanzable. Pero tampoco sabe de dónde viene esa intuición, llegó con él y no
se ha ido, aunque ha intentado lavarla con la razón. Supone que como es arriba
es abajo y que como es padre tuvo que tener un padre, y que como tiene hijos,
tuvo que haber sido hijo. Alguien alguna vez le dijo que había matado a su
padre y lo había enterrado a pedazos en los templos, pero él no termina de
creerlo porque conoce la otra cara de la muerte, sabe que también es una
ilusión. Espera encontrar esa respuesta tras el velo de lo real, pero allí no
hay nada, allí no hay tiempo ni espacio ni palabras. Le cuentan que su madre
fue violada, descuartizada y comida por su padre, y que a veces se aparece en
las noches y en los sueños, y que su herencia más grande es justamente la
intuición que compite con el legado paterno. Viene de un vientre cálido que era
bueno, de un grito espantoso de consciencia separadora, de un alarido que
distanció el cielo y la tierra, la luz y la oscuridad, de una daga que fundó la
civilización con la primera muerte. Viene de un todo inseparable que se rasgó
con un asesinato primordial. Viene de un lenguaje hecho con dientes de dragón
que se convirtieron en guerreros Spartai y se mataron entre ellos. Viene de una
herencia de sangre y odio divisor necesario para crear la consciencia
diferenciadora. Viene de la separación de la fuente, viene de la necesidad que
tenía dios de jugar a las escondidas consigo mismo, de la urgencia del universo
de mirarse en un espejo.
- Del monte.
Viene de la selva en dónde aprendió a
jugar a morderse la cola, en dónde supo que era diferente de los animales, y
que la naturaleza estaba para ser cambiada. Que su fin no era natural, que sus
medios eran antinaturales y que era un poeta. Allí aprendió que no era un
imitador del mundo, sino un creador de realidades con faunas y floras propias.
Fue allí que gritó ¡Non serviam! y partió con dolor del paraíso para poblar el
mundo.
- ¿A dónde va?
¡Joder! que no tiene ni idea, que le
encantan las luces que salen de la boca del policía y el mundo derritiéndose
alrededor, el poder leer los pensamientos de su interlocutor, el dilatar y
comprimir el tiempo casi a su voluntad, la facilidad de ver tras la máscara al
ser humano que le está hablando y la posibilidad de conducir toda su atención a
un solo detalle que le dice más que cualquier palabra. Pero ahora tiene qué
pensar en cómo actuar, tiene la responsabilidad total sobre lo que dice y lo
que hace, cada movimiento suyo lo cuestiona sobre lo que es normal, no sabe qué
hacer con sus manos, dónde ponerlas mientras habla, no sabe qué hacer con su
mirada, si buscar los ojos del policía o centrarla en otra cosa, ¿Y sus gestos?
cómo debe mover los músculos de su cara, ¿debe sonreír?, ¿y qué pasa si cambia
el peso de su cuerpo al otro pie? ¿Y si se rasca la nariz? ¿Cómo es que es tan
fácil comportarse con normalidad, cómo es qué nunca antes tuvo qué preguntarse
estas cosas? ¿Bajo qué programa corría su mente en la cotidianidad y quién lo
había escrito?
- A casa.
Mientras responde recuerda que todavía
tiene la billetera en su mano y que debe esperar que a que le regrese su
tarjeta de identidad, cosa que se produce inmediatamente después de ese
pensamiento.
- Una requisa.
¿Eso fue una orden? ¿Le estaba pidiendo
permiso para revisar lo que llevaba en sus bolsillos?
- Abra el bolso por favor.
Una alarma se disparó en su mente, pero
fue inmediatamente silenciada por la seguridad de que nada malo iba a pasar, y
que el policía ni siquiera iba a mirar dentro de la maleta con excesiva
suspicacia. Apenas la abrió, fingiendo la mayor tranquilidad posible el policía
le dijo que dejara así y que se fuera.
Camino a casa se sorprendió de miles de detalles que nunca había
visto, el verdor más intenso de algunas hojas de los árboles, el azul de las
montañas lejanas que se degradaba hasta fundirse con el del cielo a esa hora
del día, el movimiento continuo de un sinnúmero de bichos bajo la yerba, la
canción de los árboles mecidos por el viento y la quietud negada a dónde quiera
que miraba. Todo se movía, todo era diferente a cada segundo, no había nada que
permaneciera estable, incluso las rocas parecían estar llenas de vida y vibración. Quiso buscar la quietud una vez llegó, y se sentó en
medio de la sala a respirar. Quiso meditar, y le fue más fácil aquietar su
mente. En ese estado de repente se vio a si mismo escribiendo esta historia,
mucho tiempo antes frente al computador de su estudio.
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