Uruk fue una ciudad Sumeria situada en la ribera oriental
del río Eúfrates, que hacia el tercer milenio a. c llegó a tener una población aproximada de entre 50.000 y 80.000 personas.
Durante el período de existencia de Uruk, que cubre el
final de la era de cobre y el principio de la era de Bronce (4000-3100 a.c)
Inanna fue la deidad femenina más prominente; su nombre se deriva del Sumerio
reina del cielo (Nin-nanna) y su equivalente semítico (Acádico) es Ishtar. Como
solía usarse en aquella época, y aún hoy día, las ciudades importantes eran
consagradas a un dios que se encargaba de su protección y a quién se rendía
culto en el templo principal, Uruk fue entonces la ciudad de Inanna, diosa del cielo y la
tierra, el amor, la fertilidad y la guerra. Inanna hace parte de la cuarta generación de
dioses Sumerios, es Hija de Nannar, dios de la Luna y Ningar, la luna, y
hermana gemela de Utu, dios del sol y la justicia.
Las narraciones recuperadas por los arqueólogos permiten
conocer varias facetas de la historia de Inanna, que abarcan desde su
nacimiento hasta su descenso al inframundo,
y numerosos himnos y cantos que le son dedicados. Su genealogía es bastante peculiar, desciende de una abuela paterna que fue
violada, (Enlil, dios del viento violó a Ninlil, señora del aire) y de una
abuela materna que fue amada (Enki, dios
de la sabiduría desposó a Ningikuga, diosa de los juncos), y en principio se
nombra a Inanna únicamente como estrella de la mañana y del atardecer, pero a medida
que se avanza en los relatos, ella va ganando una relevancia y preeminencia
sobre los demás dioses.
Es la evolución de Inanna, y la forma en que se hace a
sus atributos lo que permite establecer momentos específicos como joven mujer,
y luego como mujer adulta, rituales de paso que se ven fundados en cuatro
historias que describen la búsqueda de su identidad, la obtención de sus
distinciones, la elección de un amante y por último su descenso al inframundo.
En primer lugar, en la historia del “árbol Huluppu” nos
encontramos con una Inanna que aún no está completa como diosa, es apenas una niña, carece de todos sus atributos, pero es consciente de su destino y de la posibilidad de crear su propia gloria, por
lo que rescata el árbol Huluppu del Eúfrates y lo planta en su Jardín, con la
esperanza de hacerse de él un lecho y un trono, símbolos del poder y la
sexualidad. La historia cuenta que el árbol se ve invadido por tres criaturas problemáticas, una
serpiente que no puede ser hechizada, el ave Anzú y la oscura doncella Lilith,
que hace su primera aparición en los relatos de la humanidad justo en esta
historia. Estos visitantes son bastante
significativos, la serpiente encarna “la psique inferior, el psiquismo oscuro,
lo raro, incomprensible o misterioso” según el diccionario de símbolos de Jean
Chevalier, además la universalidad de las tradiciones la consideran dueña de
las mujeres y de la fecundidad. El ave anzú por su parte, en un relato anterior roba las tablas del
destino al dios de la sabiduría, ávido de poder y conocimiento. Por último la
oscura doncella Lilith, la primera mujer creada antes que Eva, al mismo tiempo
que Adán según la tradición cabalística, simboliza también la perversión del
deseo y el alejamiento de la participación en las normas.
Ante la intromisión de estos invitados indeseados en sus planes, Inanna no hace más que llorar, ellos son la materialización de su propia oscuridad y frente a ella se ve impotente; es por esta razón que pide ayuda a su hermano, parte humano, parte dios, Gilgamesh y este ahuyenta a los intrusos usando su fuerza. En pago Inanna le regala el Pukku y el Mikku, elementos que juegan un papel crucial en su posterior aventura.
Ante la intromisión de estos invitados indeseados en sus planes, Inanna no hace más que llorar, ellos son la materialización de su propia oscuridad y frente a ella se ve impotente; es por esta razón que pide ayuda a su hermano, parte humano, parte dios, Gilgamesh y este ahuyenta a los intrusos usando su fuerza. En pago Inanna le regala el Pukku y el Mikku, elementos que juegan un papel crucial en su posterior aventura.
Inanna se ve enriquecida con la transformación del árbol
pues desde ese momento se evidencia que está preparada para ejercer su poder y sexualidad.
En otro relato, se cuenta como Inanna elige al pastor
Dumuzi como esposo, y como los ritos de su boda son repetidos por los reyes de
la ciudad como forma de asegurar la fertilidad en los campos y los úteros cada
año.
En lo que se puede considerar otro punto de inflexión en los relatos, Inanna, asentada en su trono, con todo su poder y
realeza, y con un rey a su lado, se dirige a honrar y a persuadir al dios de la
sabiduría de que le entregue los me (atributos de la civilización).
La historia siguiente, importante para comprender el
descenso de Inanna al inframundo, es la de su visita al dios de la sabiduría.
Enki es hijo del cielo y la tierra, creador de los hombres y dios de las aguas
y la sabiduría, fue el primer dios en hacer un viaje al inframundo, reino de
Ereshkigal, es con su viaje lleno de
peligros como inicia la historia del árbol Huluppu, pues debido a la violencia
de los ataques que sufrió en su viaje, la oposición implacable de vientos y
tormentas es que el árbol es arrancado de la tierra y arrojado al Eúfrates de
donde lo rescata Inanna.
Según la traducción del relato, hecha por Diane Wolkstein
Y Samuel Noah Kramer al inglés, y por Ofelia
Iszaevich al español, Inanna
parte con la intención de honrar a Enki en su palacio, y es recibida con
honores:
“Cuando Inanna entró en el Abzu, Le dio pastel
de mantequilla para comer.
Vertió agua fría para que bebiera.
Le ofreció cerveza ante la estatua del león.
La trató con respeto.
Saludó a Inanna en la mesa sagrada, en la mesa celestial.
Enki e Inanna bebieron cerveza juntos.
Juntos bebieron más cerveza.
Juntos bebieron más y más cerveza.
Con sus vasos de bronce llenos hasta desbordarse,
Con los vasos de Urash, Madre de la Tierra,
Brindaron uno por la otra, se desafiaron uno a la otra.”
Vertió agua fría para que bebiera.
Le ofreció cerveza ante la estatua del león.
La trató con respeto.
Saludó a Inanna en la mesa sagrada, en la mesa celestial.
Enki e Inanna bebieron cerveza juntos.
Juntos bebieron más cerveza.
Juntos bebieron más y más cerveza.
Con sus vasos de bronce llenos hasta desbordarse,
Con los vasos de Urash, Madre de la Tierra,
Brindaron uno por la otra, se desafiaron uno a la otra.”
En medio de los brindis e intoxicado por la bebida Enki
regala a Inanna los me, un término intraducible que se entiende como poderes o
leyes divinas. Los atributos de la divinidad que regala a Inanna son los
siguientes:
1. El
alto sacerdocio: La divinidad. La corona noble y permanente. El trono de la realeza.
2. El noble cetro: el bastón de mando. El patrón sagrado para
medir y la línea. El alto
trono. El pastoreo. La majestad.
3. La princesa sacerdotisa: La divina
reina sacerdotisa. El sacerdote de los encantamientos. Al sacerdote noble. Al
sacerdote de las libaciones.
4. La verdad: el descenso al
inframundo. El ascenso del inframundo. La Kurgarra
(plañidera profesional).
5. La daga y la espada: La vestimenta negra. La vestimenta
colorida. La desatadura del cabello. La atadura del cabello.
6.
La norma: El carcaj.
7.
El arte de hacer el amor. El beso del falo. El arte de la prostitución. El arte de
favorecer. El
arte de la lengua honesta: el arte de la lengua calumniante. El arte de
adornar el lenguaje. A la prostituta de culto. La taberna sagrada.
8. El
altar sagrado: La sagrada sacerdotisa
celestial. El resonante instrumento musical.
el arte del canto. El arte del dignatario.
el arte del canto. El arte del dignatario.
9. El arte del héroe: El arte del poder. El arte de la
traición. El arte de la integridad.
El saquear ciudades. La exaltación de las lamentaciones. El regocijo del corazón.
El saquear ciudades. La exaltación de las lamentaciones. El regocijo del corazón.
10. El engaño: La tierra rebelde. El arte de la benevolencia.
el viaje. La morada segura.
el viaje. La morada segura.
11. El oficio del carpintero, el oficio del calderero de cobre.
El oficio del escriba. El oficio del herrero. El oficio del talabartero. El
oficio del batanero. El oficio del constructor.
El oficio del tejedor de juncos.
El oficio del tejedor de juncos.
12. El oído perceptivo: El poder de la atención. Los ritos
sagrados de purificación. El corral de forraje. El apilar de los carbones
calientes. El redil. El miedo. La consternación. La congoja.
13. El león, de amarga dentadura, el encendido del fuego, el
apagar el fuego, el brazo fatigado, la familia allegada, la procreación.
14. El enardecer la contienda: la prudencia, el consuelo del
corazón, la capacidad de juzgar, la toma de decisiones.
Inanna parte con todos los me en su barca celestial
mientras Enki volvía a la sobriedad. Una vez recuperado de la cerveza, Enki se
arrepiente de haber cedido los me, y manda a su sirviente detener la barca en
varias ocasiones, pero en todas es frustrado por la sirvienta de Inanna,
Ninshubur.
Cuando llegan a Uruk, Inanna desembarca y presenta los me
al pueblo de Sumeria.
Desde estos relatos encontramos a una Inanna sabia, llena
de poder, realeza y todos los atributos de la divinidad y la civilización. Es
esa diosa, en la cima de su poder, amada
por su pueblo y su esposo, la que decide bajar al inframundo por su propia
voluntad.
El inframundo para los sumerios está regido por la diosa
Ereshkigal, quien lo recibió en heredad en el momento primigenio de la
separación entre cielo, tierra e inframundo. Según Kramer “Los sumerios creían que las almas de los muertos iban al inframundo, y
que la vida continuaba allí de alguna manera como en la tierra; por ello los
enterraban con su ollas, herramientas, armas y joyas. Algunos de los reyes más
antiguos se hicieron enterrar hasta con sus cortesanos, sirvientes y ayudantes,
así como con sus carrozas y los onagros aún uncidos a ellas. En gran medida, es
de los descubrimientos hechos en las tumbas de los ricos que los arqueólogos
modernos han aprendido tanto acerca de la cultura material de los antiguos
sumerios.” No tiene nada que ver con
el infierno desde una perspectiva cristiana, pues allí no hay castigos o
recompensas. El inframundo entonces, es
el lugar al que van los cuerpos de los muertos, y del que nada regresa, del que
nada se sabe, es el lugar de lo oculto, del conocimiento prohibido, de aquello
que no es accesible a la conciencia.
Las razones por las que Inanna decide visitar a su
hermana gemela y mayor, Ereshkigal son un tanto confusas, por una parte en el
relato se aclara que su motivo era a acompañar a su hermana en los ritos de
muerte de su esposo Gugalanna, quien fuera muerto por Enkidu, acompañante de
Gilgamesh en su famosa aventura. Pero de esto no se vuelve a hablar en todo el
poema, lo que nos hace sospechar que sus motivos bien podrían ser otros, como
lo asevera Elsa Cross en su ensayo “El descenso de Inanna: una prefiguración de
los misterios”:
“De
este relato, surgen muchas preguntas. Una es, ¿cuál es la razón del viaje? Si
se descarta que Inanna vaya a los funerales del esposo de Ereshkigal, que jamás
se ven y son obviamente un pretexto, otra razón probable para el descenso es lo
que responden Enlil y Nanna, abuelo paterno y padre de ella, cuando Ninshubur
les pide ayuda. Dicen:
Mi
hija anheló el Gran Arriba.
Inanna
anheló el Gran Abajo.
La
que recibe los me, del inframundo no regresa.
La
que va a la Ciudad Oscura se queda allí.
Implican
que Inanna no se ha contentado con su propio dominio sino que quiere también el
de Ereshkigal.”
Si, aceptamos esta premisa, el primer verso del poema se
hace esclarecedor (Desde el Gran Arriba ella prestó oído al Gran Abajo.Desde el
Gran Arriba la diosa prestó oído al Gran Abajo.)
Desde el Gran Arriba Inanna prestó oído al Gran abajo,
pues en Sumeria, se usaba la misma palabra para oído y para sabiduría. Su
búsqueda, su aventura es entonces movida por el ansia de conocimiento, la diosa
del cielo y la tierra, deja todo para bajar al más profundo abismo. Abandona
las siete ciudades donde le rinden culto, y junta siete me para vestir:
1. El
shugurra, la corona de la estepa en la cabeza. Insignia del poder y la luz.
2. Arregló
sus rizos oscuros sobre la frente. El bucle en los cabellos es signo de
identificación según el diccionario de símbolos de Jean Chevalier. En la
traducción de Ángel Ma. Garibay, dice que se puso un velo que cubre el rostro.
El velo simboliza el ocultamiento de los secretos
3. El
cetro de lapislázuli. El cetro es un símbolo de poder y de autoridad suprema.
El lapislázuli es el símbolo cósmico de la noche estrellada. El cielo a su vez
simboliza la trascendencia, el poder y lo sagrado.
4. Gargantillas
de lapislázuli. A menudo los collares tienen un valor de amuleto y propiedades
mágicas.
5. Pectoral
de piedras finas. Simboliza el ímpetu valeroso.
6. Capa.
Símbolo de majestad, se le puede ver un simbolismo ascensional y celeste.
7. Cercos
en torno de sus ojos. El ojo simboliza
la conciencia, la percepción intelectual, simboliza la esencia y el
conocimiento divino. Inanna resalta sus ojos por lo que resalta su cualidad
consciente.
Ataviada de esta manera Inanna llega las puertas de Irkalla (el inframundo), no
sin antes advertir a su fiel mensajero Ninshubur que si no regresa, busque la
ayuda de los dioses, además de pedirle que mientras esté en el abismo
guarde luto con gemidos y llantos.
Una vez ante las puertas del inframundo, Inanna exige con voz fiera que se le permita la entrada ante el portero Neti. En la
versión Akádica del mito Innana/Ishtar amenaza con entrar por su propia fuerza,
tumbar la puerta y dejar que los muertos vuelvan a la tierra.
Vemos entonces una Innana prepotente, altiva, exigiendo entrar en el reino de la inconsciencia presentándose ante sus puertas con todos sus logros y virtudes, con su poder y grandeza.
Vemos entonces una Innana prepotente, altiva, exigiendo entrar en el reino de la inconsciencia presentándose ante sus puertas con todos sus logros y virtudes, con su poder y grandeza.
Neti pone sobre aviso a su Reina Ereshkigal y esta le
manda dejar a Inanna entrar por las siete puertas, y desnudarla de cada me en
cada puerta. El siete es un número que ha sido asociado en diversas tradiciones
con la totalidad del orden moral y la totalidad de las energías del orden
espiritual. “Simboliza un ciclo perfecto, una perfección dinámica. Cada período
lunar dura siete días… Siete indica el sentido de un cambio después de un ciclo
consumado y de una renovación” (diccionario de símbolos de Jean Chevalier) Son
numerosos los usos y significaciones del número siete en la cultura. Si
aceptamos que el siete significa la consumación de un ciclo y el inicio de
otro, podemos entonces afirmar de nuevo que cuando Inanna se presenta ante Neti
se encuentra en la cima de su poder, no hay nada más que ella pueda desear pues
todo lo tiene, solo queda enfrentarse a la muerte, lo único que resta conocer
es el secreto del abismo, aquello totalmente opuesto a su reino y a si misma.
Neti hace pasar a Inanna por la primera puerta y tal como
manda Ereshkigal, la hace inclinar, la reina del cielo y la tierra pasa
inclinada las puertas del inframundo, en la primera es despojada de su corona,
y en cada puerta le son arrebatados todos los atributos de la divinidad, la
civilización y la consciencia con los que se vistió. En cada puerta Inanna interroga
a su verdugo sobre la razón de tal vejación, lo único que atraviesa junto con
Inanna las siete puertas es la duda, el ansia de conocimiento no la abandona
jamás.
Inanna desnuda, Inanna únicamente acompañada por la duda,
Inanna sin poder, sin conocimiento, sin realeza, sin divinidad entra inclinada
ante Ereshkigal, su hermana mayor. Inanna se acerca al trono y es entonces
cuando los jueces del inframundo, los Annuna dictan sentencia en su contra, le
clavan los ojos de la muerte e Innana se convierte en cadáver, en carne podrida
que es colgada de un gancho.
Si Inanna se presenta ante las puertas del inframundo
reina del cielo y la tierra, llega ante Ereshkigal como reina de nada,
poseedora únicamente de la duda.
Tres días y tres noches después, su fiel sirvienta, clama
ante los dioses por su reina, primero va ante Enlil, dios del cielo, quien
responde así:
“Mi hija anhelaba el
Gran Arriba.
Inanna anhelaba el Gran Abajo.
Aquélla quien recibe los me del inframundo no regresa.
Aquélla quien va a la Ciudad Sombría allá se queda.”
Inanna anhelaba el Gran Abajo.
Aquélla quien recibe los me del inframundo no regresa.
Aquélla quien va a la Ciudad Sombría allá se queda.”
Estas
palabras nos dejan ver que Inanna recibió los me del inframundo, los poderes
sobre la muerte y la inconsciencia, el conocimiento profundo que tanto buscaba,
pero que este conocimiento le impide regresar, nadie que tenga poder sobre los
muertos puede caminar entre los vivos, esa es la ley de Enlil.
El único dios que presta atención a las plegarias de
Ninshubur y la ayuda es Enki,
dios de la Sabiduría, el mismo que había regalada en principio los me a Inanna.
Enki crea dos seres que no son ni machos ni hembras y los envía junto con el
agua de la vida al inframundo para que se ganen el favor de Ereshkigal
consolándola en sus dolores de parto. Las criaturas que Enki creó sirven bien a
Ereshkigal y esta en cambio les concede llevarse el cuerpo de Inanna que es
revivida con el agua de la vida.
Ereshkigal va a parir. Un parto en el reino de los
muertos, vida nueva en la muerte, esto nos habla de un entrecruzamiento de
poderes como lo afirma Elsa Cross:
“ ¿A
quién da a luz Ereshkigal? Según la lógica de los símbolos de este relato,
desde luego que a Inanna, quien vuelve a la vida justamente después de
Ereshkigal tiene los dolores de parto… lo sorprendente de este mito es cómo la
intrusión de Inanna en el inframundo provoca que estos dos poderes entren en
una interacción transformadora. Ya no son fuerzas separadas”
Inanna muere, Ereshkigal da a luz, un ciclo termina, un
nuevo ciclo comienza, ahora Inanna se ha reencontrado con su aspecto más
oscuro, ha intercambiado regalos con su hermana, por fin está completa, es una
sola ahora la diosa del cielo, la tierra y el inframundo, ha unido lo que se
separó en un principio, es la gran diosa madre que ha atravesado todas las
fases y ha vuelto a renacer.
Pero Inanna no puede abandonar el inframundo, pues la
regla es que una vez se ha entrado no se puede salir, la única posibilidad es
dejar que alguien entre en su lugar, luego de recorrer la tierra elige a su
esposo Dumuzi quién no se encontraba acongojado por la muerte de Inanna, pero
dictamina que solo estará allá mitad del año y su hermana lo reemplazará la
otra mitad, conmovida por los ruegos de esta última. Esta es otra prueba del
poder adquirido sobre el inframundo, puede dictar quién entra y quién sale.
El viaje de conocimiento de Inanna la hace despojarse de
todo lo que era y renacer como alguien nuevo, con mayor poder y sabiduría.
Comparación
con el rapto de Perséfone.
El mito del rapto de Perséfone tiene dos protagonistas,
Deméter y su hija, Perséfone. Ilustra la relación madre e hija y se centra en
esta.
Perséfone es una niña cuándo es raptada por Hades
mientras se acerca a recoger un narciso. El narciso es usado en las ceremonias
de iniciación, pues representa el entumecimiento de la muerte o el sueño, la
flor crece en primavera y se le vincula a los ritmos estacionales con sus
ciclos muerte-sueño-renacimiento. Este
rapto se puede interpretar como la evolución de niña a mujer que en el mito de
Inanna se presenta cuando se enfrenta con la ayuda de su hermano a los demonios
que habitan su árbol. El paso de Inanna es un paso anhelado, soñado y esperado,
el de Perséfone es traumático, sorpresivo, y lleno de dolor.
Mientras que Inanna se preparó para enfrentarse con su
hermana, Perséfone no estaba lista para ver a Hades, ni lo deseaba. En ambos
mitos hay alguien que se queda llorándolas y rogando a los dioses por ellas, en
el caso de Perséfone es su madre, Deméter.
Deméter es la diosa Griega de la agricultura, protectora
del matrimonio y la ley sagrada, portadora de las estaciones y protectora del
ciclo de la vida y la muerte. Deméter es
hija de Cronos y de Rea y por lo tanto
hermana de Zeus, con quién tuvo a Perséfone.
Los gritos de Perséfone mientras era raptada fueron
escuchados por su madre, pero lo que acontecía solo fue presenciado por el Sol
y la diosa Hécate. Y fue el primero, conmovido por su dolor, quien confesó a
Deméter lo que había pasado.
En el relato no se narra nada de lo acontecido en el
inframundo, sino que se habla del dolor de Deméter y sus trabajos en la tierra.
Para comprender lo que pasa abajo, debemos echar un
vistazo a lo que pasa arriba, si Deméter habita la tierra, la conciencia, y
Perséfone el inframundo, la inconsciencia, podemos tomar la historia de Deméter
como espejo de la historia de Perséfone.
Es justamente esta naturaleza especular lo que nos
permite hacer una comparación con el mito de Inanna; Deméter renuncia a su
condición de diosa ante la impotencia de rescatar a su hija, igual que Inanna
se despoja de sus atributos divinos ante las puertas del Irkalla. Tal vez
entonces, Perséfone también se vea despojada de sus condiciones anteriores, si
antes de ser raptada era una doncella, el rapto en si mismo puede simbolizar la
pérdida de su virginidad.
El llanto y las lamentaciones que durante nueve días
profiere Deméter puede ser espejo del mismo sentimiento de zozobra que embriaga
a Perséfone ante la aterradora nueva realidad a la que se ve enfrentada sin
buscarlo.
Si Perséfone pierde su libertad, también pierde su
libertad Deméter y cuenta a las hijas del rey de Eleusis que fue raptada (igual
que Perséfone) para ser acogida como
Nodriza del hijo del rey, es decir como sirvienta, esclava en un reino que no
es el suyo. Durante su estancia en Eleusis, Deméter no se alimenta de nada
vivo, no bebe el vino que le ofrecen, ni
ocupa el sitial que la esposa del rey le cede. Deméter no quiere ocupar la
silla de la reina de Eleusis, demostrando así también el rechazo que muestra
Perséfone a ser la reina del inframundo; Perséfone no quiere estar en el reino
de los muertos, y al igual que Deméter no busca ser la reina de ese reino
desconocido. Poco a poco, gracias a las atenciones de sus anfitriones, Deméter
vuelve a reír, y se encarga de preparar al hijo del rey para ser inmortal, tal
vez como forma de sustituir a su hija.
Cuando Deméter recupera su forma de diosa, vuelve a
sentir nostalgia por su hija, y hace que en la tierra no germine semilla
alguna. Deméter decreta la muerte hasta que su hija regrese a su lado. En el mito Sumerio, las semillas
dejan de germinar cuando los jueces del inframundo se llevan a Dumuzi, el
esposo de Inanna, consigo; hay ira en Inanna cuando encuentra a su esposo
y en Deméter cuando la apartan de su
trabajo de nodriza.
Zeus, preocupado porque la escasez de alimentos llevaría
a los humanos a la extinción, y con ellos a la extinción de los dioses, envía a
Hermes, el único que puede entrar y salir del inframundo para que recupere a
Perséfone; Hades acepta devolverla no sin antes hacer que esta coma unas
semillas de granada, símbolo de fertilidad, obligándola así a volver cada
tercio del año, pues quién come en el inframundo debe quedarse allí. Acá encontramos otro paralelo con el mito
sumerio, entre Perséfone y Dumuzi, pues los dos deben volver al inframundo cada
cierto tiempo.
Cuando Perséfone regresa con su madre, adquiere un lugar
honroso al lado de los dioses inmortales, lugar que no tenía antes, pues se
convierte en señora del Inframundo. Deméter deja que la tierra florezca de nuevo
y se pone en marcha con su hija vuelta a la vida, hacia la asamblea de los
dioses.
Perséfone al igual que Inanna, regresa del inframundo
revestida de poder, y en ambos mitos se teje una explicación de las estaciones,
pues mientras Perséfone y Dumuzi están en el inframundo, nada germina, y cuando
regresan la vida regresa a las plantas y a las semillas.
El mito del rapto de Perséfone, da lugar a los misterios
de Eleusis, que eran considerados los ritos de mayor importancia en la antigua
Grecia. En estos mitos se tomaba una bebida que probablemente tenía elementos
psicodélicos que pudieron haber debilitado la conciencia de los participantes,
permitiendo que afloraran formaciones inconscientes, o del “inframundo”,
repitiendo en ellos el mito.
Inanna y Perséfone presentan grandes diferencias en sus
respectivos descensos, por un lado Inanna ya es madura y poderosa cuando
emprende su camino voluntario, mientras que Perséfone es todavía una niña a la
que le gusta jugar y recoger flores. Inanna en su descenso va acompañada de la
duda y el afán de conocimiento, mientras que Perséfone está llena de aflicción
y temor, ambas pierden las condiciones que tenían antes de entrar y ambas
regresan a la tierra llenas de poder y honores.
Referencias...
- Diane Wolkstein y Samuel Noah Kramer,
1983. “Cantos e Himnos de Sumeria”. Traducción de Ofelia Iszaevich. http://inanna.iszaevich.net/
- Gabriela Onetto, 2011. “El descenso a
los infiernos, el viaje mitológico por excelencia”. http://revistareplicante.com/el-descenso-a-los-infiernos/
-
The ETCSL project, Faculty
of Oriental Studies, University of Oxford, 2003. “The electronic text corpus of
Sumerian literature”. http://etcsl.orinst.ox.ac.uk/
- Cross, Elsa. “El descenso de Inanna: una
prefiguración de los misterios”. http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/7009/pdf/70cross.pdf
- Neumann, Erich (2009). La
Gran Madre. Una fenomenología de las creaciones femeninas de lo inconsciente. Traducción Rafael
Fernández de Maruri. Colección: Paradigmas. Rústica. 74 ilustraciones y 185
láminas. Madrid: Editorial Trotta.
- Homero. “Himnos Homéricos”. Colección clásica. Traductor:
Antonia García Velásquez. Editorial Akal. Año edición 2000.
1 comentario:
muy buena info
gracias
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