viernes, 26 de julio de 2013

Ojos, a manera de confesión.

Yo no tuve consciencia de hacer algo malo, lo juro. Yo solo dibujé ojos en mis ratos libres, y nunca advertí en ello problema alguno, lo hice en todas partes.
Cuando ellos empezaron a mirarme me sorprendí. Vale, lo acepto, es increíble, pero no por eso irreal.
No digo mentiras, la primera vez que lo hicieron, mi mente se redujo a la imagen de dos espejos enfrentados; "Algo me ve, algo que yo veo me ve, y ese algo no soy yo mismo, ese algo es diferente al resto de humanos que soy", eso pensé.
Fue en un bus, cuando tenía 13 años, iba rumbo al colegio, sentado justo al lado de la ventana, era una mañana fría y la niebla era tan espesa que todo el paisaje era ceguera blanca. El vaho empañaba las ventanas, y bueno, cuando eso pasa no puedo reprimir el impulso infantil de dibujar algo con los dedos y verlo correrse en gotas lentas, aún hoy me es imposible resistirme a hacerlo. Empecé dibujando un arco con el lado convexo hacia arriba, como una montaña, y vi una montaña, una cueva, una entrada, una puerta quizás, luego como si de la cueva saliera un río cristalino, de mi dedo surgió un reflejo, y tuve un ojo, uno sin pupila, un ojo ciego, uno de mentiras, sin luz que entrara y saliera, un agujero negro muy blanco, dibujé la ceguera del otro lado de la ventana; por último, por un impulso irrefrenable, una profunda inspiración imposible de ignorar, dibujé la pupila, situé mi índice en el centro del arco y su reflejo, y lo dejé ahí. Lentamente, como si fuera mi dedo una llave de cristal en cerradura de plomo, lo despegué del vidrio, lo alejé, y una pupila destacó en el fondo blanco. No puedo decir que inmediatamente el ojo que dibujé me miró, porque no es verdad, cuando vi el dibujo terminado, solo vi un ojo como tantos que había hecho antes, y tuve la idea de hacer otro y luego añadir una nariz y una boca, igual, el frío vapor se sentía rico en mi dedo. Fue cuando me dispuse a dibujar el otro ojo que me percaté de que me estaba mirando.
La sensación que tuve es parecida a ese "no se qué" que te hace voltear hacia atrás cuando sientes que alguien te observa, sentirse observado es definitivamente algo difícil de describir, detrás de un ojo hay una consciencia, hay un algo que ve, y detrás del ojo que se corría algo me vio, algo supo de mi.
En esa ocasión no le presté mayor atención al asunto, pudo haber sido alguien detrás de la niebla que me miraba fijamente sin saber en ese instante.
Recuerdo que seguí dibujando ojos en todas partes, siempre que tenía algo con qué rayar, de todo tipo, con pestañas, sin pestañas, con intrincados mandalas y fractales en las pupilas   o simples puntos a veces; con el tiempo fui adquiriendo cierta destreza y empecé a pintarlos, utilicé toda clase de pinturas, y nunca me percaté de la obsesión en que se había convertido mi pasatiempo.
Cuando entré a la facultad de artes seguí centrado en los ojos, dibujaba reflejos de paisajes complicados en las pupilas, o pinturas famosas, retratos, autorretratos, en fin... el caso es que con el tiempo todas las galerías de la ciudad tenían al menos una pintura mía de un ojo, y la publicidad me usaba, grafittis en muchos lugares me imitaban, y murales gigantescos honraban mi obra.
Me volví famoso y millonario, diseñé billetes y estampillas, me otorgaron la medalla del congreso, y mis obras recorrieron los museos más importantes del mundo.
Juro que nunca fue mi intención facilitar a lo que nos ve una ventana a nuestra realidad, el día que mi trabajo despertó, yo estaba en mi casa de campo, fue una llamada la que me alertó sobre los ojos que devolvían la mirada. Luego en las noticias pude ver el caos y la confusión en las calles, cómo algunos se enloquecían al ver mis pinturas y los más sensatos trataban de taparlas para evitar la terrible sensación.
No se qué hacer, sólo quiero aclarar el malentendido, dejar en claro que no estoy aliado con lo que nos ve, y que las pinturas de oídos y bocas que encontraron en mi casa hasta ahora no me han escuchado y mucho menos hablado.
Escribo esto a manera de confesión, juro ante aquello que somos que es ajeno a lo que nos ve, que todo lo que digo es verdad, que soy humano y no tengo trato alguno con ese otro que nos atraviesa con su mirada. Espero puedan perdonarme.

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