Puedo ser predecible, encajar perfectamente en el pedazo de realidad de un presente cualquiera. Estar a la altura de las expectativas de no importa quién, ser tan grande y tan chico, tan suyo y tan extraño como cualquiera quiera que yo sea. No me molestan las cadenas que tantos ponen en mi, ni las definiciones aventuradas que a primera vista escapan de los recién llegados. Me río de los confines de mi universo que parecen vislumbrar con mayor claridad los ajenos, que por cuestiones de azar terminan acercándose más de lo que deberían a esta gigante roja que arde en mis cenizas.
Esquivo con sobrada suerte las trampas de las miradas malignas que con fingida voz azuzan las sombras que en algunas noches azules se escapan sin querer.
Me burlo de ti, sombra anónima, que intentas asirme con definiciones apresuradas, me divierte tu planeado juego de proyecciones inválidas.
Me encanta tu jaque cuando previenes mi enroque, no auguras en tu bien mi entrega sublime, impecable a la derrota, no entiendes que mi lucha es darme y mi moneda por las dos caras tiene la misma imagen.
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