jueves, 25 de agosto de 2011

En coma.




Sabes, a veces creo que estoy en coma en algún hospital que no conozco, y que todo esto a lo que llamo vida no es más que un subproducto de algún fármaco mal administrado.
Me imagino a mi verdadera familia a mi lado esperando a que despierte, claro que luego me imagino a mi familia en este mundo y, no te niego, siento algo así como la tristeza solitaria de dios. Es triste pensar que todo lo que veo lo cree yo.
Luego me pongo a pensar que todos los personajes de este cuento son en realidad uno solo, y que soy tan capaz de actuar como el asesino despiadado que sale en los noticieros o cómo la abuelita abnegada que a pesar de su edad sigue trabajando para sostener a sus nietos.
Pero entonces aparece algo que no está en los planes, o al menos parece no estarlo, es algo que rompe de un tajo esa tela fina de espacio-tiempo neuronal inventado por un moribundo en algún hospital. Sin alerta alguna aparece alguien más, ajeno a toda la historia, totalmente fuera de mi. Entonces como si fueran dos universos que se encuentran por azar, las dos historias de los dos moribundos de otros mundos se empiezan  a mezclar, me atrevo a dar como hipótesis el que las dos camas de los que andan en coma están en la misma pieza y las ondas cerebrales crean interferencia. El asunto es entonces que los dos dioses de sus propios mundos empiezan a ser personajes de otro, pero espera, acá viene lo mejor, ¡eso les agrada!
Al final cuando los dos universos cerebrales colisionan cada escritor deja de crear y se entregan ambos, como locos suicidas, a la voluntad de sus creaciones.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

GRANDIOSO. POR FIN TE ENCUENTRO. DESPERTEMOS, NO TE ABURRE ESTA CREACION NUESTRA?

Fer dijo...

Cómo despertar? Yo quiero despertar, no tengo buén juego.