Ansiaba vivir mi historia, encontrar a mis personajes, soltar amarras por una razón más grande que el buen viento.
Pero, detrás de esa pantalla tan fina, leía los personajes de otros, y de manera ocasional me atrevía a cruzar sólo para participar de algún cameo; en todas las ficciones ajenas mi nombre era chispa bienvenida.
Ahora en mi propia función parto con buen viento. Solo el autor de timonel, sin subalternos para cambiar la dirección de las velas, espero encontrar una isla de soledades cansadas o al menos historias con ganas de piel, que el viento silbe mientras encuentro la voz con la forma de mis oídos.
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