Nadie regresa el mismo después del viaje.
Hay las solas visiones agua adentro.
La noche habita el peso de la hondura.
La noche -anémona del mar-
guarda el abismo.
Quien desciende hacia el fuego
ve el rostro de la sombra.
Hay el aire que sobra de alondras bajo la cumbre.
Quien respira su vuelo
frágil de lágrima
se asomará al vacío
lúcido y extrañado de ser
ave aire y agua.
Nadie regresa el mismo después del sueño.
Una presencia de ojo antiguo
inmóvil
ha velado el reposo.
La escritura de un verbo
puede abrir lo ocultado.
Alguien vuelve a la tarde
del pueblo de Luvina
otro.
El poema desdobla
pliegues cerrados.
Lo nombrado
ahila cada símbolo.
Nadie regresa el mismo después del verso.
Más allá de lo simple
está la gran simpleza.
Quien la mira al instante de la adelfa
alborozado y calmo
entra de nuevo a La Morada Una
de sus Perplejos
y transfigura
la luz
en Luz Despierta.
Manso descubre
el resplandor visible
la dulcedumbre
de la Existencia.
Nadie regresa el mismo después de verse.
Nadie regresa el mismo.
Iniciado en su sola investidura
digno
paso y sencillo
vuelve.
1994
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