Me enamoré de los vientos del sur cargados de tempestad, aunque por razones poco poéticas o no triviales. Me enamoré de los vientos del sur cargados de tempestad porque inhiben las ganas de comer helado cuándo la gente los escucha silbar. Amo los días lluviosos con bajas temperaturas, esos días en el que al común de la humanidad le da por no salir a comprar helado, esos días en los que unos mates son mas que suficientes testigos y compañeros del paso del tiempo. Amo los días en que llegan los vientos del sur cargados de tempestad porque la tempestad que cargan se derrama en la vereda que de otro modo tendría que baldear.
Qué lindos son los días no lindos para los demás, que reconfortante suena el granizo al golpear las ventanas. Me encanta cuando las nubes le ganan al sol, que amistosas y bienvenidas son las tempestades del sur.
1 comentario:
ahh putas fórmulas no entran!
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