Soy envidioso, y envidio el amor donde lo veo, envidio los buenos escritos y a los buenos escritores, envidio los conocimientos que no tengo, quiero ser mejor que los mejores, y desprecio lo fácil por naturaleza.
domingo, 29 de noviembre de 2009
y q?
De recuerdos estoy hecho, de sabores y olores paisas, de paisajes antiguos, tangos, boleros y vallenatos. Camino a la manera en que los caminos del Tambo me enseñaron a caminar, voy por la mitad de la calle siempre, creo en que la berraquera es una cualidad, y que arriba tengo mas de una buena estrella. Soy orgulloso y amo por puro egoísmo, simplemente "tengo que amarte amor, tengo que amarte".
sábado, 14 de noviembre de 2009
CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA
Fue el primero... y todavía siento el peligro de dejarme en algún verso.
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar...
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría...
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar...
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en Abril el campo, que tiembla de pasión;
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de obscuro pedernal;
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
-¡niñez en el crepúsculo! ¡lagunas de zafir!-
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
¡y hasta las propias penas! nos hacen sonreír...
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer;
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar:
el alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.
Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día
en que levamos anclas para jamás volver;
un día en que discurren vientos ineluctables...
¡Un día en que ya nadie nos puede retener!
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar...
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría...
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar...
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en Abril el campo, que tiembla de pasión;
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de obscuro pedernal;
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
-¡niñez en el crepúsculo! ¡lagunas de zafir!-
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
¡y hasta las propias penas! nos hacen sonreír...
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer;
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar:
el alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.
Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día
en que levamos anclas para jamás volver;
un día en que discurren vientos ineluctables...
¡Un día en que ya nadie nos puede retener!
Lorca
EL ESPEJO ENGAÑOSO
Verde rama exenta
de ritmo y de pájaro.
Eco de sollozo
sin dolor ni labio.
ANSÍA DE ESTATUA
Rumor.
Aunque no quede más que el rumor
Aroma.
Aunque no quede más que el aroma.
Pero arranca de mí el recuerdo
y el color de las viejas horas.
Dolor.
Frente al mágico y vivo dolor.
Batalla.
En la auténtica y sucia batalla.
¡Pero quita la gente invisible
que rodea perenne mi casa.
Verde rama exenta
de ritmo y de pájaro.
Eco de sollozo
sin dolor ni labio.
Hombre y Bosque.
Lloro
frente al mar amargo.
¡Hay en mis pupilas dos mares cantando!
Lloro
frente al mar amargo.
¡Hay en mis pupilas dos mares cantando!
ANSÍA DE ESTATUA
Rumor.
Aunque no quede más que el rumor
Aroma.
Aunque no quede más que el aroma.
Pero arranca de mí el recuerdo
y el color de las viejas horas.
Dolor.
Frente al mágico y vivo dolor.
Batalla.
En la auténtica y sucia batalla.
¡Pero quita la gente invisible
que rodea perenne mi casa.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Confesiones de un heladero
Desde mi ventana, mientras trato de meterme en la cabeza las fórmulas de giros relativos en secciones cerradas con y sin tabique, veo verde. Tres árboles al frente están bailando al son del viento y del agua, mientras entre los huecos que dejan al mecerse se mete el gris pálido de las nubes cargadas de humedad. La temperatura baja a medida que el viento recorre el techo silbando canciones de mar, bueno, deben ser canciones de mar me imagino yo... dicen que del mar viene el viento hoy.
Me enamoré de los vientos del sur cargados de tempestad, aunque por razones poco poéticas o no triviales. Me enamoré de los vientos del sur cargados de tempestad porque inhiben las ganas de comer helado cuándo la gente los escucha silbar. Amo los días lluviosos con bajas temperaturas, esos días en el que al común de la humanidad le da por no salir a comprar helado, esos días en los que unos mates son mas que suficientes testigos y compañeros del paso del tiempo. Amo los días en que llegan los vientos del sur cargados de tempestad porque la tempestad que cargan se derrama en la vereda que de otro modo tendría que baldear.
Qué lindos son los días no lindos para los demás, que reconfortante suena el granizo al golpear las ventanas. Me encanta cuando las nubes le ganan al sol, que amistosas y bienvenidas son las tempestades del sur.
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