viernes, 22 de abril de 2011

¡Salve!

Tengo una molestia en la garganta, una obstrucción del pensamiento, una definición inconclusa.
Este afán iluso, humano, infantil, abrumador de definir todo me ha llevado a un callejón sin salida.
Llegué a un final que es principio, a un es que no está, a un todo que no veo.
La pregunta última de la criatura, la búsqueda del principio, la finalidad de la razón.
A la pregunta de preguntas me enseñaron muchas respuestas, y ninguna me satisface.
No necesito creador ni delator invisible.
No necesito juez, señor ni testigo.
Pero si necesito una palabra que lo encierre todo, necesito a la manera de los viejos judíos encontrar el nombre de Dios.
No necesito perdón, premio o castigo, pero a mi corazón henchido de agradecimiento le gustaría encontrar recipiente.
No reconozco nada superior al espíritu del hombre, pero sigo en la búsqueda de fuentes en el mar.
A aquello a lo que sobran adjetivos y faltan alfabetos, a lo que SOY. ¡Salve!

PD: SOY al revés es YOS 

Esta vieja angustia - Pessoa

Esta vieja angustia, 
esta angustia que traigo hace siglos en mi,
rebasó la vasija, en lágrimas, en grandes imaginaciones,
en sueños al estilo de pesadilla sin terror,
en grandes emociones súbitas sin sentido alguno.
Rebasó.
¡Mal sé cómo conducirme por la vida
con este malestar haciéndome dobleces en el alma!
¡Si al menos enloqueciese de veras!
Pero no: es este estar entre,
este casi,
este poder ser que
esto.
Un interno en un manicomio es, al menos, alguien,
yo soy un interno en un manicomio sin maniconéo.
Estoy loco en frío,
estoy lúcido y loco,
estoy ajeno a todo e igual a todos:
estoy durmiendo despierto con sueños que son locura
porque no son sueños.
Estoy así...
¡Pobre vieja casa de mi infancia perdida!
¡Quién te diría que yo me repeliese tanto!
¿Qué es de tu niño? Está loco.
¿Qué es de quien dormía tranquilo bajo tu techo provinciano?
Está loco.
¿Quién de quien fui? Está loco. Hoy es quien yo soy.
¡Si al menos tuviese una religión cualquiera!
Por ejemplo, por aquel fetiche
que había en casa, allá en aquélla, traído de África.
Era feísimo, era grotesco,
pero había en él la divinidad de todo en lo que se cree.
Si yo pudiese creer en un fetiche cualquiera —
Júpiter, Jehová, la Humanidad —
cualquiera serviría,
¿pues qué es todo sino lo que pensamos de todo?
¡Estalla, corazón de cristal pintado!

miércoles, 20 de abril de 2011

Esa puta pastilla roja...

Que todos se van quedando atrás, y que poco de lo que alumbraba entonces sigue prendido. Aún así son pocos a los que llegó luz y más pocos los que no la ignoraron.
Ni siquiera envidio a las antorchas que se prendieron fuego, envidio tal vez y lo escondo de mi ambición a los que fueron felices.
Vaciarse, romperse y volverse a juntar, el juego de todos los que buscan, solo para regresar a dónde siempre estuvieron, o peor aún para extraviarse en donde nunca estarán, el  lugar común, la metáfora de lo real, la realidad de fantasía.
No hay otra salida más que las que nos dan, no hay nada que inventar, rendirse o gobernar.
No te tomás la pastilla roja una sola vez, te la tomas todos los días, y la azul se hace mas apetitosa a medida que te adentrás más en el juego. Seguís buscando el otro lado del espejo y de repente te das cuenta que siempre estuviste del lado equivocado.

Temperance

Quería escribir sin que los dioses que inventaron los hombres lo advirtieran. Sus artimañas para quebrar la libertad son insalvables y me dejan atrapado en una cadena de pensamientos tan larga como la historia del universo. Escapar de esta prisión de tan altas paredes no es posible para cortas alas, no puedo liberarme, mi incesante parloteo interno es atizado por miedos y esperanzas infantiles, las promesas de paraísos y castigos de dioses fríos y lejanos, y la constante amenaza de la soledad, el vacío y la insignificancia.

Con la furia y la necesidad de mis pasiones busco islas en un mar de creencias pasajeras, faros de razón en el desvarío de la rutina, voces refrescantes de otros buscadores. Pero a mis llamados responde el silencio, a mis intentos de respirar responde ese mar de todos metiéndose en mi garganta.
Aferrado a nada sigo perdido. Espero señales que me enseñaron a esperar, estoy mojado hasta los tuétanos y el frío me paraliza.

En mi desvarío veo torres cayéndose, sueño despierto con águilas y emperadores, trompetas y juicios.
Los espejismos se convierten en mejores opciones que la realidad, a veces siento ansías de cruzar el límite y entregarme a esa locura.

Me rindo.

Sin esperarlo me veo ahora seco y caliente, soy una isla.
Resultó ser de mi conocimiento la fórmula para elevar demonios al cielo.